11 de mayo de 2017

La Trágica y Terrible Historia de la Guarda de Acero.

El día de hoy, mis queridos niños, les traigo una historia muy triste y melancólica, no se preocupen que no habrá muchas letras, solamente fotografías, es que los quiero tanto que me apenaría sobremanera agobiarlos con cualquier cosa más larga que un tweet.




























Pero al intentar darle el ajuste final haciéndola encastrar en la hoja con unos golpes, sobrevino el desastre y el mundo se detuvo......



Allí tenemos un pisapapeles demasiado chulo, si me preguntan.


Según mi conciencia, que es repugnante en casi todo menos en estas cosas, hice bien los tratamientos térmicos, hasta la he golpeado y no cede en ningún otro punto, al contrario, es muy elástica. Así que debió ser un error de forja, algún golpe demasiado fuerte y demasiado en frío, quizá aderezado con una pésima posición y adiós; pero al menos me he dado cuenta yo ahora y no el señor caballero en plena refriega. Esto es un recordatorio de que trabajar con una pieza de acero de geometría algo complicada y fina es muy diferente a hacer hojas de cuchillos, donde la mente se habitúa a ver todo en solo dos dimensiones. Y también me queda claro que si quiero hacer una guarda templada esta debe ser considerablemente mas blanda que la hoja, pues es más fácil que la guarda se expanda que comprimir la hoja.

En fin, mañana o mejor dicho, hoy en unas horas me levantaré a forjar una nueva guarda, pero esta vez voy a la segura: de confiable y manso hierro que claro, tendrá que ser más gordita para dar garantías de resistencia, sin la delgadez y elegancia que nos permite el brioso y viríl acero.......¿O debería volver a la carga con el acero?...... ya veremos, porque ahora me caigo de sueño.